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Pfizer: Resistencia a los antimicrobianos supone una amenaza cada vez mayor para la salud

La resistencia a los antimicrobianos pone en peligro la eficacia de la prevención y el tratamiento de una serie cada vez mayor de infecciones por virus, bacterias, hongos y parásitos.

La RAM se produce cuando los microorganismos (bacterias, hongos, virus y parásitos) sufren cambios al verse expuestos a los antimicrobianos (antibióticos, antifúngicos, antivíricos, antipalúdicos o antihelmínticos, por ejemplo). Los microorganismos resistentes a la mayoría de los antimicrobianos se conocen como ultrarresistentes.

Como resultado, los medicamentos se vuelven ineficaces y las infecciones persisten en el organismo, lo que incrementa el riesgo de propagación a otras personas.

La resistencia a los antimicrobianos supone una amenaza cada vez mayor para la salud pública mundial y requiere medidas por parte de todos los sectores del gobierno y la sociedad.

A esto se suma que, durante la pandemia se aumentó el uso de antibióticos en los pacientes que llegaban a los servicios de urgencias y se hospitalizaban por la dificultad de hacer una diferenciación entre un proceso bacteriano y uno viral. De igual manera, en ese periodo de tiempo, se acabaron los comités que velan por el buen uso de los antibióticos en prácticamente todos los hospitales, conocido como, el Programa de Optimización de Antimicrobianos, PROA, por la necesidad de evitar el contagio o propagación del COVID-19, indica la doctora Villegas, quien a su vez, recalca que, “los datos del Instituto Nacional de Salud, demuestran claramente que durante y después de la pandemia hubo un aumento de bacterias más resistentes con respecto a los años anteriores”.

Teniendo en cuenta lo anterior, el doctor Rafael Ricardo Valdez Vázquez, médico e investigador, especialista en infectología, actual director médico de América Latina para la Unidad de Productos Hospitalarios de Pfizer, afirma que, “hay tres pilares importantes hacia dónde tendrían que dirigirse los esfuerzos para combatir la resistencia bacteriana, el político, enfocado en la regulación de programas de optimización de antimicrobianos; el económico, dónde tendrán que derivarse muchos recursos a la implementación de las acciones; y el social, centrado en la educación; educación para los médicos, prescriptores, y quienes tengan la necesidad de diagnosticar, de manera oportuna las enfermedades infecciosas y, poder establecer de manera clara y cada vez más precisa el antibiótico correcto, la dosis correcta, y el tiempo adecuado, para poder resolver un problema infeccioso y, con esto, evitar el mal uso o abuso de los antimicrobianos”.