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El país que no sabe qué hacer con tanto dinero

Quince años después del estallido de una burbuja inmobiliaria que obligó a Irlanda a endeudarse en miles de millones de dólares o irse a los caños, el país está descubriendo que el excedente de dinero también puede ser un problema.

Alimentadas por el aumento de la recaudación impositiva a las grandes corporaciones, sobre las tecnológicas y farmacéuticas norteamericanas, este año las arcas del gobierno de Dublín tendrán un superávit presupuestario récord de casi 11.000 millones de dólares (unos 10.300 millones de euros). Y para el año que viene se proyecta una bonanza aún mayor, superior a los 16.000 millones de dólares.

Los bajos impuestos a las corporaciones que aplica Irlanda desde hace años sedujeron a las multinacionales a instalar allí sus filiales del extranjero. Esa recaudación ha redundado en un colchón financiero para Irlanda, pero al mismo tiempo enfurece a otros países.

Aunque los planes que impulsan Estados Unidos y otros países para establecer una tasa global de impuesto a las corporaciones están avanzando -ese cambio debilitaría el estatus de Dublín como paraíso impositivo-, la recaudación interna de Irlanda se disparó.

Y eso deja a los legisladores irlandeses frente a un dilema. Ahora que el gobierno prepara la ley anual de presupuesto que presentará en octubre, debe responder rápidamente una pregunta que viene con trampa: qué hacer con ese pozo.

Entre las opciones priman la de guardarlo por si acaso, pagar deudas, invertir para paliar la falta de vivienda o infraestructura, como hospitales, escuelas, una red de subtes para Dublín, o devolverlo en forma de rebajas impositivas y subsidios.

Los edificios históricos de Dublín

Sin embargo, y por razones particulares de los irlandeses, ninguno de todos esos evidentes beneficios, sería, en sí mismo, una opción fácil.

“Hagan lo que hagan, siempre habrá algunos muy disconformes”, dice Ciff Taylor, columnista de negocios de The Irish Times, y agrega que también se habla de invertir el dinero en algún fondo soberano, para fortalecer el sistema jubilatorio ante el envejecimiento poblacional.

“Pero si hacen eso, estarán los que digan que esa plata hay que gastarla urgentemente en cosas como vivienda, transporte y salud, o para la transición energética por el cambio climático”, apunta Taylor.

Uno de los principales déficits
Sobre el debate sobrevuela la advertencia de que estos excedentes anuales son impredecibles y que el país no debe volverse dependiente de ellos. Todos concuerdan en que la infraestructura de Irlanda, sobre todo la construcción de viviendas, se encuentra en pésimas condiciones. Las nuevas constructoras, que durante el auge inmobiliario del Tigre Celta de entre 1995 y 2005 produjeron viviendas en exceso, colapsaron cuando estalló la burbuja en 2008, y el gobierno se vio obligado a endeudarse por 77.000 millones de dólares en organismos internacionales para mantenerse a flote.

Ahora Irlanda tiene una de las poblaciones de más rápido crecimiento de Europa y una consecuente grave escasez de casas y departamentos. El altísimo precio de los alquileres impide que los jóvenes se independicen, y la cantidad de personas sin techo, incluidas familias trabajadoras, viene aumentando de manera constante.

La falta de vivienda y otras infraestructuras se está convirtiendo en un serio obstáculo para el crecimiento económico, según la Confederación de Empresas y Empleadores de Irlanda, un grupo de lobby que representa tanto a empresas nacionales como multinacionales.

“Las empresas no pueden atraer ni retener a la gente que necesitan”, apunta Fergal O’Brien, director ejecutivo del grupo. “En este momento la economía va bien, pero nuestros miembros dicen que hay mucho potencial desaprovechado.”

Una propuesta que cuenta con el respaldo de las encuestas de opinión pública y de la confederación empresarial sería reservar parte o la totalidad del dinero excedente para proyectos a largo plazo, basados en un plan nacional de inversión pública.

Una reciente encuesta de The Irish Times sugiere que el 40% de los irlandeses prefiere que el dinero extra se gaste en “transporte público, vivienda, hospitales y escuelas”, mientras que otro 25% prefiere el gasto en servicios públicos, como salud y educación. Sólo el 9% eligió como primera opción una rebaja de impuestos. Y menos de un 5% optó por pagar la deuda nacional o ahorrar para el futuro costo de las jubilaciones.