En las bulliciosas calles de Santa Tecla, donde la modernidad avanza a pasos agigantados, existe un emprendedor que se aferra a una tradición casi olvidada: el arte del afilado de cuchillos.
Conocido cariñosamente como el «Afilador de Cuchillos de Santa Tecla», este adulto mayor no solo ha hecho de esta profesión su sustento diario, sino también su pasión inquebrantable.
Cada día, con la misma alegría y carisma que lo caracterizan, el afilador recorre las calles, visitando a los clientes que durante años han depositado su confianza en él para el mantenimiento de sus herramientas de cocina y otros utensilios. Su técnica refinada y su habilidad artesanal son el sello distintivo que lo ha mantenido en el corazón de la comunidad.
Sin embargo, como él mismo reconoce con nostalgia, la profesión está desapareciendo. Los años pasan, y la tecnología avanza, dejando cada vez menos espacio para métodos tradicionales como el suyo. «La juventud prefiere otras ocupaciones más modernas y menos visibles, relegando el arte del afilado a un recuerdo del pasado», comenta «El Afilador de Cuchillos».
A pesar de los desafíos, el afilador de cuchillos no pierde su entusiasmo. Con cada hoja que afila, enseña una técnica que ha perfeccionado a lo largo de décadas. Es un testimonio viviente de que la perseverancia y la dedicación pueden trascender las adversidades del tiempo y la tecnología.
Al mostrar su arte, el afilador no solo muestra cómo se afila un cuchillo, sino también una lección de vida: la importancia de mantener vivas nuestras pasiones y tradiciones, sin importar cuán modernizado sea el mundo que nos rodea. Es un ejemplo de resiliencia y determinación, un recordatorio de que los sueños y metas pueden cumplirse con esfuerzo y amor por lo que se hace.
En cada callejón de Santa Tecla donde resuena el sonido de su piedra de afilar, se encuentra la historia de un emprendedor que desafía el olvido, llevando consigo un legado de habilidad, alegría y esperanza para las generaciones venideras.
