Search
Close this search box.

share

Dr. Ricardo Lara: “Tengo temor de vivir otra pandemia similar, de volver a experimentar los miedos y los dolores”

Al Dr. Ricardo Lara le he tratado  en tres ocasiones y aún no conozco personalmente su rostro. En el primer encuentro llegué con fiebre alta, mirada perdida, tos y dificultad para respirar; él se encargó de atenderme, y preparar mis papeles para remitirme al Hospital La Ceiba y que recibiera tratamiento contra el Covid-19.

La segunda vez me recibió para darme seguimiento y constatar si habían desaparecido los rastros del coronavirus de mi cuerpo. Recién hubo una tercera vez, pero en esta ocasión, entré a su consultorio, en el “gripario” del Hospital del ISSS de Ilopango, para conocer quien es ese héroe bajo  traje de protección que  lucha en primera línea contra la pandemia

En este tercer encuentro, a diferencia de los anteriores la zona de “gripario” estaba desolada, pero él, al igual que el resto del personal, se sigue cobijando en su traje protector. No pude verle al rostro nuevamente, pero conseguí desnudar parte de su vida en la entrevista que a continuación presento.

El Dr. Lara, es un prominente médico de ombligo sonsonateco, que aparte de compartir  conocimientos en dos prestigiosas universidades, ser articulista en un matutino local, y haber ocupado cargos importantes en el ISSS y al frente de FOSALUD está convencido que su periodo más útil como galeno lo ha cumplido al frente de la pandemia.

 

A juzgar por la imagen pareciera que ha terminado la corredera  que generó el Covid-19 en el “gripario” del ISSS de Ilopango

Si, pues la verdad es que hemos tenido una disminución significativa  en cuanto a las consultas gripales y todo aquello relacionado a sospecha de Covid-19 o de enfermedades respiratorias. Y desde que se inauguró el Hospital El Salvador, quizá un mes después de que empezó a funcionar, nosotros ya nos convertimos para lo que habíamos nacido que era un centro transfer, no en un hospital. Nos tocó atender hospitalización por la misma situación que la pandemia se adelantó al tiempo esperado y realmente el número de casos se vio altamente incrementado entre el 15 de junio y 15 de julio. Entonces el centro transfer como tal que era para lo que habíamos nacido no pudo ser posible sino que nos tuvimos que convertirlo en hospitalización.  A medida que el Hospital El Salvador comenzó a funcionar, más o menos al mes, ya nosotros nos convertimos en un centro transfer y los pacientes que nos vienen en estado delicado y que necesitan ser transferidos se envían o al Hospital El Salvador, al Hospital Amatepec o a los Planes de Renderos, según las condiciones.

Usted ha estado en primera línea ¿se asustó, le asustó la pandemia?

Fíjese que realmente no sabría describirle que me pasó. Hace dos años yo fui diagnosticado de tuberculosis pulmonar y cuando nos agarró la pandemia que empezó como una epidemia de gripe, realmente como un brote de gripes, le perdí miedo. Le perdí miedo no sé de donde agarré fuerzas. Si tenía un poco de miedo al principio, y yo le doy todos los créditos a tanto médico joven que vino a hacer interinatos porque sin conocer realmente el virus, le estoy hablando de los meses de marzo, abril y mayo, que no conocíamos el comportamiento del virus y lo enfrentamos.  En ese tiempo tuvimos días que no nos quedaba tiempo ni de tomar agua o de pronto pensábamos dos veces ir a orinar porque quitarnos los trajes y todo el protocolo de desinfección era tremendo. Ya a partir del 7 de agosto más o menos ya empezamos a notar una significativa disminución tanto de consultas por enfermedades respiratorias como la llegada de pacientes complicados. Hoy estamos en un promedio de uno o dos pacientes complicados.

En esos primeros días era problema serio ir al baño…

Sí, recuerdo que en días de mayo, a los primeros pacientes (de Covid-19) nos tocó que atenderlos en el parqueo. Ahí improvisamos con sábanas para separar las camas de ruedas y las camillas. Ahí tuvimos los primeros 3 y 5 pacientes, y de repente ya no eran 5 eran 8. Eso nos movió a prepararnos, se empezaron a cerrar algunos accesos. De repente empezaron a traer las camas y así comenzamos a trabajar, al punto que nunca se me va a olvidar que el día que pasamos a todos los pacientes, fue justo un día antes que cayera la tormenta Amanda.  Si no los hubiéramos movido, a los pacientes les habría caído toda la tormenta Amanda. Eso les habría complicado la enfermedad.  Así que para mí ha quedado bien marcada esa fecha del 31 de mayo porque ese día nos tocó reventar como hospital.

A ver, descríbame, como era un día del Dr. Lara en lo más serio de la pandemia

Realmente eran días en los que se perdía la noción del tiempo en función de que si era martes o domingo, si era un sábado o era un lunes. Los horarios estaban un tanto distorsionados, de repente si entrabamos a las 7:00  de la mañana  y me tocaba salir a las 3:00 de la tarde, cuando venía a ver eran las 7:00 de la noche.  Luego empezó el proceso de vivir duelos ajenos en función de que nosotros éramos una emergencia que no nos preparamos psicológicamente creo yo  a lo que se nos venía. No estábamos preparados.  El golpe más fuerte que recibimos como equipo de trabajo fue que una compañera nuestra murió de Covid-19 el 19 de junio. Era una licenciada en enfermería. Ese día, creo que todos lloramos acá adentro, cada quien en su espacio.

A usted le tocaba vivir la pandemia desde dos escenarios diferentes ¿cuál era el protocolo cuando llegaba a casa?

Bueno, nos tenemos que bañar aquí, cambiar de ropa, nos vamos para nuestra casa. En mi casa la dinámica cambió completamente el ritmo familiar, se me asigno un baño para uso exclusivo. En el garaje de mi casa he puesto dos cajas rojas en la cual dejó toda la ropa que he ocupado en el trabajo, las meto en una bolsa roja y ahí pasan tres o cuatro días. Me dan un poncho y aunque voy bañado de aquí entró solo con el poncho a bañarme a la casa.  Con la pandemia me quité mi anillo de casado,  ya no uso reloj. Los anteojos se quedan en el carro, los zapatos se quedan en el carro.  En el carro no se sube nadie solo yo, lo rocío todos los días… el resultado de ello es que todas las pruebas Covid-19 que me han hecho todas han dado negativas. Y mi familia gracias a Dios los tres miembros estamos bien.

¿No les afectó directamente la pandemia?

La parte que a mí como persona me afectó mucho le voy a decir, tengo a mi Mamá que es una anciana de caso 90 años  a quien yo todos los fines de semana le dedicaba un día, dejé de verla durante cinco meses.  Y si usted me pregunta ahora Ricardo Lara está preparado para volver a vivir eso yo con toda seguridad le digo no, porque cuando uno vive y está viviendo lo que no conoce no siente el tiempo, no sabe lo que está viviendo, no conceptualiza lo que está pasando.

¿No está preparado para vivir una pandemia similar?

Exactamente. Tengo temor de vivir otra pandemia similar, tengo temor de volver a experimentar los miedos y los dolores, pero estoy seguro que de alguna parte tiene que salir fuerzas.

Sin duda esta pandemia ha dado lecciones…

Claro esta enfermedad nos enseñó que el comportamiento es bien diferente. Tuvimos pacientes que a las 10:00 de la noche estaban conscientes, saturando 86, 90 de oxígeno y en una hora se nos descompensaban y de repente el enfermo de a la par no avisaba de que ya no se movía.  Gracias a Dios que ahora conocemos un poco más del Covid-19, conocemos que a cada quien le da diferente y conocemos también que no se ha ido.

Usted lleva 10 años acá…

Desde 2010, para 11 años voy.

¿Lo vivido en la pandemia es lo más duro que ha pasado acá?

Yo fui el primer Director Ejecutivo de FOSALUD, ósea yo era empleado del Seguro Social y cuando a mí me invitaron a ser parte de la creación de FOSALUD la única pregunta que yo hice fue si me iba a guardar mi plaza, yo era colaborador técnico en la Torre Administrativa estaba como coordinador nacional de clínicas empresariales. Cuando yo regresé en 2009 me dijeron que me presentara el 3 de enero de 2010, me presenté a la Torre y estando en la Torre nadie sabía dónde ponerme, donde ubicarme. Me reuní con el Dr Kattán que era el Director General  y el me ofreció irme a Apopa, Ilopango o Zacamil, y yo preferí Ilopango.  Así fue como vine a parar acá en emergencia. Los primeros seis meses fueron terribles porque yo venía de un área administrativa, pero los compañeros me fueron orientando y ahora ya me defiendo solo. De estos 10 años la historia más trágica ha sido esta pandemia. Y si algo le puedo garantizar es que los últimos meses de mi vida aquí en el Seguro Social es cuando más útil me he sentido.

¿Dónde nace la vocación de médico?

Yo siempre he dicho que hay carreras que tienen antecedentes familiares y en mi familia por parte de Papá tengo un primo médico que es exitoso, y él siempre era como un referente, ahí es donde me empiezo a involucrar en el mundo de la medicina.

¿Y de niño que quería ser, entiendo que el deporte no era su apuesta?

Jajaja, fíjese que nunca fui bueno para los deportes de grupo, y usted sabe que en la niñez si algo le da liderazgo es el deporte. Los buenos deportistas son cotizados entre los buenos amigos, entonces me dedicaba un poco más a los deportes individuales, el tema de natación, pero el deporte nunca fue lo mío.

Entiendo que hizo equitación…

Sí, siempre me gustó montar a caballo, pero nunca lo logré en una forma profesional.

¿Eran dueños de caballos?

Sí, es que teníamos una finca y en la finca había caballos. Entonces yo cuando acompañaba a mi Papá a la finca una forma de entretenerme era andar en caballo y como que ahí lograba liberar un poco la frustración de no ser bueno para el deporte, porque si había un nivel de marginación indudablemente.

Por lo que dice que tenían una finca, caballos… imagino que llevó una vida cómoda, nada sufrida

La verdad es que fue una niñez muy bendecida, nunca tuvimos una carencia, creo que tuve hasta más allá de lo necesario. Quizá la única parte triste es que mi papá murió cuando yo tenía 16 años. Entonces cuando él murió las cosas cambiaron por la ausencia de él, pero gracias a Dios nos dejó asegurado el futuro.

¿No hubo carencias de juguetes?, ¿jugó como niño pobre?

No, la verdad no. Jugué como niño rico. Tenía la bicicleta del momento, tenía la patineta del momento, el atari del momento. Fui de los primeros en tener betamax… tuve una niñez y adolescencia bastante cómoda.

Entiendo que uno de sus sueños era aprender a tocar el violín ¿lo ha cumplido?

No, como le dijera, hay una película que es una de mis películas favoritas que se llama “Antes de Partir”, que es con Jack Nicholson y Nelson Freeman donde hacen una lista de todas las cosas que quisieran hacer antes de partir, yo después que vi esa película empecé a darme cuenta que tenía que hacer mi lista antes de partir y que van a quedar como deudas pendientes en esta vida. Una es la del violín. Lo del violín mi sueño máximo es aprender a tocar una solo pieza: la marcha fúnebre, que es la Quinta Sinfonía de Beethoven , en una salida de “Santo Entierro” en Sonsonate.  Otra era que me quería hacer un tatuaje y me hice el tatuaje al cumplir los 50 años. Me hice el trazo del electrocardiograma.

Ya compitió para diputado ¿ser diputado es otro de sus sueños?

La voy a ser bien honesto, el tema político yo me di cuenta a lo largo de todos estos años que solo estando en un lugar donde se toman las decisiones usted puede cambiar las cosas.  La pandemia nos enseñó que vivimos con un Código de Salud desfasado, la pandemia nos enseñó que el sector salud está más desprotegido de lo que imaginábamos. Yo busqué una candidatura en el año 2018 porque entré a la planilla del Consejo Nacional de Salud Pública representando al gremio médico porque empezamos a vivir una serie de injusticias. Estando ahí varios amigos me comenzaron a convencer para que participara. Yo no quiero ser mala gente con nadie, pero voy a decir lo que me han dicho muchas personas. Nosotros como sector salud en la Asamblea Legislativa nunca nos hemos sentido representados, como médico, como sector salud nunca. Se nos ha instrumentalizado. En el 2018 (que participé) yo no contaba con una serie de variables, por ejemplo yo no sirvo para sonreír sino tengo ganas de sonreír, no sirvo para dar un saludo hipócrita, no sirvo para reírme con alguien para que me regale un voto; y luego que no me quise doblegar a las voluntades políticas de las dirigencias de ese momento, por ejemplo querían de un inicio que tomara la decisión sobre a qué candidato iba a apoyar para la presidencia   si a Simán o a Callejas.  A mí me faltaron como 400 marcas para entrar a la Asamblea Legislativa y pues no lo logré y me vine a retomar mi trabajo.

¿Pero hoy va otra vez como candidato a diputado?

Sí, le voy a contar porque decidí meterme al lío. Yo llevo dos ideas claras Código de Salud y Código Municipal, dentro del Código Municipal el tema  de la salud, que no se haga uso de la salud pública como proselitismo barato. Yo me considero un hombre liberal, pero también un hombre revolucionario de derecha.  Y soy claro en decirle, si no hubiera existido pandemia Ricardo Lara no se mete a otra contienda.