Caras nuevas, no muchas pero importantes; cambio de esquema; una salida, la de Benzema, que marca muchas cosas, y la exigencia que lleva el Real Madrid por ser lo que es. El equipo blanco, desde el martes en Los Ángeles, afronta la nueva temporada entre los interrogantes que generan lo cambios, la seguridad de que ha fichado a dos jugadores para asegurar presente y futuro como son Bellingham y Güler y el nerviosismo que genera todo lo que rodea a la posibilidad de que Mbappé acabe al fin en el Bernabéu.
Puesto que no admite el más mínimo debate. Es una de las fortalezas del Madrid, la de tener a uno de los porteros más decisivos del mundo, si no el que más. Así lo ha sido en las últimas dos temporadas. Arranca la sexta para el belga como madridista, camino en el que ha reclamado galones para ser considerado entre los mejores de la historia del club.
Esa dependencia de Thibaut encierra también una debilidad. Lunin, que parece dispuesto a quedarse, respondió la temporada pasada cuando el belga se lesionó, pero no lo suficiente como para generar confianza en el que caso de que Courtois tenga un problema serio. El partido en Girona, en el que todo lo que fue a la portería blanca acabó en gol, hizo que no volviera a aparecer aunque el Madrid jugara partidos sin valor real en LaLiga.
Hace tiempo que los costados de la defensas generan debate en el Real Madrid. Con Carvajal y Mendy en picos altos de forma no hay cuestión para Ancelotti. Son sus laterales. El problema llega cuando su estado de forma cae o las lesiones aparecen.
El Madrid ha mostrado debilidad en las dos bandas. Lucas Vázquez, que hace mucho que dejó de pensar como un extremo para hacerlo como un defensa, volverá a ser la respuesta en la derecha tras decir no a la Juve. Para el 3 regresa a casa Fran García con el desafío de demostrar que todo lo bueno, y fue mucho, que se le vio en el Rayo, lo puede ofrecer en el contexto de exigencia máxima del Madrid.
Si algo ha demostrado Carlo Ancelotti a lo largo de su carrera es capacidad para modificar la manera de jugar y adaptarse a los jugadores que tiene. No es un entrenador que antepone su idea de juego al personal con el que cuenta.
«El Real Madrid no tiene una identidad clara porque no quiero tenerla», explicaba la pasada campaña. Ahora ya ha dejado claro que su equipo cambiará de fisionomía para esta temporada. Es una certeza que hay pocos entrenadores con su capacidad para afrontar ese cambio.