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Del monocultivo a la resiliencia: agricultores salvadoreños siembran futuro con modelos mixtos

En medio de un entorno agrícola marcado por la incertidumbre climática y económica, pequeños productores salvadoreños están liderando una silenciosa pero poderosa revolución rural. Desde Ahuachapán hasta otras zonas del occidente del país, muchos han comenzado a dejar atrás el monocultivo para apostar por sistemas productivos mixtos que diversifican la tierra y amplían las oportunidades.

Don Jaco, productor de hortalizas en Ahuachapán, es uno de los rostros de este cambio. En su finca ahora conviven cultivos tradicionales como el tomate y el chile morrón con nuevas opciones como el pepino y el güisquil. Esta estrategia no solo incrementa la seguridad alimentaria en las comunidades rurales, sino que mejora la estabilidad económica de las familias al reducir la dependencia de un solo producto.

El auge de plataformas como la Central de Abasto ha sido clave para este proceso. Al facilitar el contacto directo entre productores y consumidores, muchos agricultores han logrado mejorar sus ingresos, reducir pérdidas postcosecha y liberarse del control de intermediarios. Según el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), hasta un 30% de la producción se pierde por la falta de canales de comercialización eficientes; esta iniciativa busca revertir esa realidad.

Aunque los retos persisten —como el acceso limitado a crédito, altos costos de insumos y escasa asistencia técnica—, el campo salvadoreño muestra señales claras de resiliencia. El conocimiento heredado, combinado con una mejor lectura del mercado y un uso estratégico del suelo, está dando paso a una agricultura más rentable y sostenible.

Además del impacto económico, esta transición ayuda a fortalecer las cadenas de valor locales y a reducir la necesidad de importaciones en un país donde más del 70% de los alimentos básicos se produce internamente.

Como dice don Jaco, con orgullo campesino: “Aquí seguimos, sembrando distinto. No porque queramos ser modernos, sino porque así nos toca sobrevivir. Pero también nos llena de orgullo ver que nuestros productos llegan más lejos y que la gente los valora”.

Así, desde lo local, los agricultores salvadoreños están cultivando un futuro más seguro, competitivo y alineado con las nuevas exigencias del mercado nacional e internacional.