El vértigo de Ménière es un trastorno del oído interno que afecta a miles de personas en todo el mundo, caracterizado por episodios recurrentes de vértigo, pérdida auditiva, acúfenos (zumbidos en el oído) y sensación de presión en el oído afectado. Aunque se desconoce su causa exacta, se asocia con un exceso de líquido en el laberinto membranoso del oído interno.
Los ataques de vértigo pueden ser impredecibles y durar desde minutos hasta varias horas, generando mareos intensos, náuseas y dificultad para mantener el equilibrio. Estas crisis no solo afectan la movilidad de quienes la padecen, sino también su vida cotidiana, su trabajo y sus relaciones sociales.
El diagnóstico del vértigo de Ménière suele ser clínico y se complementa con pruebas auditivas, estudios de equilibrio y, en algunos casos, resonancias magnéticas para descartar otras enfermedades.
En cuanto a los tratamientos, estos buscan controlar los síntomas y reducir la frecuencia de los episodios, aunque no existe una cura definitiva. Entre las opciones más comunes se encuentran:
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Cambios en la dieta, especialmente la reducción de sal, cafeína y alcohol, que ayudan a controlar la retención de líquidos en el oído interno.
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Medicamentos, como los diuréticos para reducir el exceso de líquido, y fármacos para controlar náuseas, mareos o ansiedad durante los episodios.
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Rehabilitación vestibular, un tipo de fisioterapia que mejora el equilibrio y ayuda al cerebro a compensar los desequilibrios provocados por el oído interno.
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Inyecciones intratimpánicas de esteroides o gentamicina, utilizadas en casos más graves para reducir la frecuencia e intensidad de los ataques de vértigo.
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Intervenciones quirúrgicas, consideradas solo en pacientes con síntomas persistentes, como la laberintectomía o la descompresión del saco endolinfático, que buscan mejorar la función del oído interno o aliviar la presión del líquido.
Expertos destacan la importancia de la detección temprana y el seguimiento médico constante para minimizar el impacto del padecimiento. “El vértigo de Ménière no tiene cura definitiva, pero con un manejo adecuado los pacientes pueden mejorar significativamente su calidad de vida y reducir la frecuencia de los ataques”, explican los expertos.
Organizaciones de salud recomiendan educar a la población sobre los síntomas y la necesidad de acudir a especialistas ante los primeros episodios de vértigo intenso, pérdida auditiva o acúfenos, para recibir un diagnóstico oportuno y tratamiento adecuado.