El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó un decreto pocas horas después de su investidura, ordenando el retiro de su país de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la que ha criticado severamente por su manejo de la pandemia de COVID-19. En una declaración realizada desde la Casa Blanca, Trump reiteró que Estados Unidos paga más que China al organismo de la ONU y acusó a la OMS de «estafarlo».
Estados Unidos es el mayor contribuyente financiero de la OMS, cuyo financiamiento es crucial para mantener diversas operaciones globales de salud. La salida de EE.UU. de la organización, que se espera sea efectiva en el corto plazo, podría tener un impacto significativo, afectando las iniciativas globales de salud pública y la capacidad de la OMS para operar de manera eficiente.
El decreto firmado por Trump instruye a las agencias federales a «pausar futuras transferencias de fondos, apoyo o recursos» destinados a la OMS, al tiempo que ordena la búsqueda de nuevos socios, tanto en EE.UU. como a nivel internacional, para asumir las actividades previamente desempeñadas por el organismo.
La nueva administración también reveló planes para revisar y posiblemente rescindir la Estrategia de Seguridad Sanitaria Global 2024, impulsada por el gobierno de Joe Biden. Esta iniciativa estaba diseñada para abordar las amenazas de enfermedades infecciosas en todo el mundo.
Esta no es la primera vez que Trump cuestiona a la OMS. Durante su primer mandato, el presidente emitió una notificación de intención de retirarse del organismo, acusando a la organización de estar influenciada por China, especialmente en las primeras etapas del brote de COVID-19. La medida también se produce en medio de crecientes preocupaciones sobre la seguridad sanitaria global, particularmente en relación con el brote de gripe aviar H5N1 registrado recientemente en EE.UU.
Expertos en salud pública han expresado su preocupación por las consecuencias del retiro de EE.UU. de la OMS, advirtiendo que esto podría debilitar la posición del país frente a futuras amenazas pandémicas y limitar el acceso a información crítica sobre vigilancia epidemiológica global. Tom Frieden, exfuncionario de salud en la administración de Barack Obama, criticó la decisión, asegurando que esta «debilita la influencia de EE.UU., aumenta el riesgo de pandemias mortales y nos hace más vulnerables».
Asimismo, expertos como Lawrence Gostin, profesor de Derecho de Salud Pública en la Universidad de Georgetown, advirtieron que el retiro podría poner en riesgo la capacidad de EE.UU. para acceder a datos esenciales en el desarrollo de vacunas y tratamientos, lo que podría retrasar el acceso de los estadounidenses a futuros avances médicos.
Con este decreto, Trump marca un giro significativo en la política sanitaria internacional de EE.UU. y deja en el aire el futuro de la cooperación global en materia de salud pública. La medida también tiene lugar en un contexto de creciente preocupación por los brotes de enfermedades infecciosas y la posibilidad de una nueva pandemia.
