Donald Trump, quien tomará posesión como presidente de Estados Unidos el próximo 20 de enero, ha adoptado un enfoque más agresivo hacia su política exterior en los últimos días.
Tras basar su campaña electoral en la promesa de aislar a EE.UU. de conflictos internacionales, como la guerra en Ucrania, y en el fortalecimiento de la industria manufacturera nacional, el republicano ha sorprendido con amenazas de tomar el control de territorios estratégicos: el Canal de Panamá y Groenlandia.
En un reciente discurso durante una conferencia conservadora en Arizona, Trump criticó las tarifas «ridículas y altamente injustas» que Panamá cobra a los barcos estadounidenses que atraviesan su canal. Recordó que, aunque Estados Unidos tomó control de la construcción del Canal a principios del siglo XX, el tratado firmado en la década de 1970 otorgó el control total a Panamá en 1999. Sin embargo, Trump advirtió que, si no se reducían estas tarifas, exigiría la devolución del canal a EE.UU., sin especificar cómo llevaría a cabo dicha acción.
El expresidente agregó que no quería que el Canal de Panamá cayera en «las manos equivocadas», refiriéndose a China, que es el segundo mayor usuario del canal y tiene inversiones significativas en el país. Trump expresó que EE.UU. tiene un «interés de seguridad nacional» en controlar este paso clave para el comercio global, especialmente en el contexto de las crecientes tensiones con China.
Por otro lado, Trump ha vuelto a plantear la idea de comprar Groenlandia, un territorio autónomo danés que no está a la venta. En una publicación en redes sociales, el republicano declaró que Estados Unidos «necesita» el control de Groenlandia por razones de seguridad nacional, debido a su ubicación estratégica y sus ricos recursos naturales, como minerales de tierras raras y petróleo. Trump también destacó la importancia de la base espacial Pituffik en Groenlandia y las crecientes tensiones con Rusia por la influencia en el Ártico.
Aunque estas declaraciones parecen ser más bien una táctica coercitiva para presionar a las autoridades de Panamá y Dinamarca, la posibilidad de que EE.UU. tome control de estas regiones sigue siendo remota. De hecho, el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, reafirmó que el Canal de Panamá seguirá bajo soberanía panameña. Por su parte, el primer ministro de Groenlandia, Múte B. Egede, respondió rotundamente: «No estamos en venta y no estaremos en venta».
Las amenazas de Trump también reflejan su enfoque de «Estados Unidos primero», una política que utilizó durante su primer mandato, en la que recurrió a aranceles y amenazas para asegurar que los intereses estadounidenses fueran prioritarios. De cara a su segundo mandato, podría implementar estrategias similares, buscando consolidar el poder de EE.UU. a través de la presión económica y política.
A pesar de las respuestas negativas de Panamá y Groenlandia, Trump continúa enfatizando su postura en las redes sociales, mientras que Dinamarca ha expresado disposición para trabajar con su administración, incluso anunciando un aumento en el gasto de defensa en Groenlandia, horas después de las declaraciones de Trump sobre la compra del territorio.