La elección del Papa León XIV ha generado un fuerte eco en todo el mundo. Su perfil, como el primer pontífice de origen estadounidense y nacionalizado peruano, ha captado la atención de líderes políticos y religiosos, quienes han coincidido en destacar su figura como un referente de renovación espiritual y unidad en tiempos de crisis.
Desde Washington, el expresidente Donald Trump calificó su elección como “un honor para Estados Unidos”, mientras que la presidenta de Perú, Dina Boluarte, lo definió como “peruano por elección y convicción”. Ambos reconocimientos reflejan el alcance simbólico de un papa con raíces en dos continentes.
En Europa, el respaldo fue igualmente contundente. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lo llamó un “constructor de puentes”, mientras que Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo, deseó que su pontificado sea “un faro de esperanza para los pueblos”. Líderes como Emmanuel Macron, Giorgia Meloni, Volodímir Zelensky y los Reyes de España también saludaron su mensaje de paz, pronunciado desde el balcón de la Basílica de San Pedro.
América Latina también expresó su entusiasmo. Los presidentes Lula da Silva (Brasil), Gustavo Petro (Colombia) y Javier Milei (Argentina) enviaron mensajes de apoyo, destacando su compromiso con la justicia social y los derechos de los migrantes, en línea con el legado del papa Francisco.
Incluso desde frentes en tensión internacional, como Rusia e Israel, se pronunciaron palabras de esperanza: Vladímir Putin y Benjamín Netanyahu coincidieron en la necesidad de mantener el diálogo interreligioso y la búsqueda de la reconciliación.
El Papa León XIV inicia su pontificado en un escenario global complejo, marcado por conflictos armados, crisis migratorias y polarización política. Sin embargo, su primer mensaje ha logrado lo que pocas figuras consiguen: generar un consenso mundial en torno a la necesidad de paz, unidad y compasión. El mundo observa con esperanza el inicio de esta nueva etapa en la Iglesia Católica.