El Papa León XIV, nacido Robert Prevost en Chicago el 14 de septiembre de 1955, cumple este 15 de agosto cien días al frente de la Iglesia Católica como su 267.º pontífice. Su llegada al Vaticano, el pasado 8 de mayo, se produjo tras la muerte de Francisco el 21 de abril, y desde entonces su papado ha estado marcado por un énfasis constante en la paz, tanto a nivel internacional como en la vida cotidiana de los fieles.
La coincidencia de su centésimo día de pontificado con la festividad de la Asunción de la Virgen María, una de las celebraciones marianas más arraigadas, otorga un valor simbólico a esta efeméride y refuerza la impronta espiritual que el Papa busca imprimir desde el inicio de su mandato.
Prevost fue elegido en la cuarta votación del cónclave tras obtener alrededor de un centenar de votos, superando los dos tercios necesarios de los 133 cardenales electores. La famosa humareda blanca sobre la Capilla Sixtina anunció al mundo su elección, y una hora más tarde, desde la fachada de la Basílica de San Pedro, el cardenal francés Dominique Mamberti pronunció el «habemus papam» que dio a conocer el nombre de Robert Prevost, quien eligió León XIV como su nombre pontificio, en homenaje a León XIII y a su defensa de los derechos laborales en la encíclica Rerum Novarum. El nuevo Papa justificó su elección en el contexto de la “revolución” actual de la Inteligencia Artificial, vinculando el legado social de su predecesor con los desafíos contemporáneos.
Desde su primera aparición en el balcón del Vaticano, León XIV ha proyectado un perfil cercano, sonriente y humilde, con mensajes breves pero profundos. Su experiencia como ex prior general de la Orden de San Agustín y su paso como misionero y obispo en Perú han marcado su visión pastoral, centrada en la unidad de la Iglesia y, sobre todo, en la promoción de la paz.
En sus cien días, ha reiterado la necesidad de una “paz desarmada y desarmante” en conflictos internacionales como los de Ucrania y Gaza, así como en las relaciones familiares, laborales y cotidianas. Entre sus gestos diplomáticos, destacan conversaciones con líderes mundiales como Vladimir Putin y el presidente de Ucrania, encuentros que buscan reforzar el papel del Vaticano como mediador y promotor del diálogo.
El análisis de estos primeros cien días sugiere que León XIV apuesta por un pontificado menos mediático y más simbólico, centrado en la cercanía con los fieles y en la coherencia de su mensaje moral y social. Actos multitudinarios como el Jubileo de los Jóvenes, que reunió a más de un millón de personas cerca de Roma, reflejan su capacidad para conectar con las nuevas generaciones y fomentar una cultura de convivencia, diálogo y santidad cotidiana.
En síntesis, León XIV ha consolidado un perfil papal caracterizado por la discreción, la cercanía y la insistencia en la paz como eje transversal de su pontificado, ofreciendo a la Iglesia y al mundo una visión que combina tradición y respuestas a los desafíos contemporáneos.






