Casi dos años después de que Elon Musk adquiriera Twitter y lo transformara en X, el multimillonario ha intensificado su influencia en el ámbito político, utilizando su plataforma para apoyar explícitamente al expresidente Donald Trump en la carrera presidencial de 2024.
Desde su compra de X por 44.000 millones de dólares, Musk ha estado activo en la esfera política, promoviendo teorías de conspiración sobre la inmigración, el «virus de la mente ‘woke'» y advertencias sobre la «perdición» del país sin una «ola roja» en noviembre. Sin embargo, su apoyo a Trump ha alcanzado un nuevo nivel de visibilidad y directividad.
El mes pasado, Musk manifestó su apoyo a Trump con una publicación que recibió 2,3 millones de «me gusta». La reciente conversación de más de dos horas entre Musk y Trump, transmitida en vivo por X, permitió al expresidente realizar numerosas afirmaciones controvertidas y falsas sin oposición. La conversación también se convirtió en una oportunidad para que Trump recaudara fondos, con su equipo de campaña solicitando a los seguidores que hicieran de ese día el mayor evento de recaudación de fondos.
Esta alineación abierta con Trump contrasta con la postura tradicional de los propietarios de plataformas de redes sociales, que generalmente evitan influir directamente en los resultados electorales. A lo largo de su mandato, Musk ha reactivado la cuenta de Trump en X, promovido desinformación sobre la vicepresidenta Kamala Harris y apoyado financieramente a comités que buscan la reelección de Trump. Además, ha compartido afirmaciones falsas sobre el sistema electoral, incluyendo dudas infundadas sobre la seguridad de las máquinas de votación y la elegibilidad de inmigrantes para votar.
El impacto de las publicaciones de Musk ha sido significativo, con afirmaciones falsas vistas 1.200 millones de veces, según el Center for Countering Digital Hate. Wendy Weiser, vicepresidenta del Centro Brennan para la Justicia, calificó estas acciones como «profundamente perjudiciales» para la confianza en la democracia.
La conversación de Musk con Trump también ha resaltado la transformación cultural de X bajo su propiedad, que ha visto un giro hacia la derecha, incluyendo la reincorporación de supremacistas blancos y teóricos de la conspiración. Esta tendencia se ha manifestado en la disminución de la moderación de contenidos, así como en el favorecimiento de discursos que se alinean con la visión política de Musk.
En una declaración posterior a la conversación con Trump, Musk expresó su interés en participar en una futura administración Trump, sugiriendo su disposición a contribuir a una «comisión de eficiencia gubernamental» para revisar el gasto público. Trump, por su parte, se mostró receptivo a la idea, alabando a Musk por sus habilidades en la reducción de costos.
Mientras tanto, X sigue enfrentando críticas por permitir la difusión de desinformación y teorías conspirativas, tanto en EE.UU. como en el Reino Unido, donde se ha alegado que las publicaciones de Musk han exacerbado disturbios de ultraderecha. La creciente influencia de Musk y su uso de X como herramienta política han generado un debate sobre el papel de las redes sociales en la democracia y el poder de sus propietarios para moldear el discurso político global.