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El Festival Latido encendió San Salvador con música y euforia

El centro histórico de San Salvador vibró con fuerza este fin de semana gracias al Festival Latido, un evento que hizo honor a su nombre y convirtió la Plaza Barrios en el epicentro de la música, el arte y la cultura. Desde tempranas horas del sábado, los acordes comenzaron a sonar y no pararon hasta altas horas de la madrugada, encendiendo una jornada que quedará tatuada en la memoria colectiva de los miles de asistentes.

El primer latido lo dio Diego Carranza, conocido por su talento callejero en el corazón de la capital, quien abrió el escenario con una potente dosis de clásicos del rock en inglés y español. Su presencia fue el arranque perfecto para una jornada que prometía —y cumplió— emociones de principio a fin.

Mientras tanto, los alrededores de la Plaza también se llenaron de vida: stands de patrocinadores, actividades interactivas y un ambiente festivo envolvieron a los asistentes, creando una experiencia completa más allá del escenario.

La tarde cayó, pero la música subió de nivel. La banda salvadoreña Vibbras, con su propuesta de ska jazz y la participación estelar de Hugo López, ex trompetista de Los Fabulosos Cadillacs, puso a todos a bailar con ritmos vibrantes y contagiosos. Luego fue el turno del mexicano Marco Mares, quien encendió la velada con su estilo fresco y emocional, convirtiendo la plaza en un verdadero escenario de conexión y euforia.

Y entonces… llegó la lluvia. Pero ni los truenos ni el agua lograron apagar el fuego del festival. El público, lejos de huir, se quedó con más ganas. Sabían que aún faltaban momentos estelares.

Cuando la tormenta cedió, Los Amigos Invisibles tomaron el escenario y la Plaza Barrios volvió a estallar. Con su mezcla infalible de funk, disco y sabor latino, la banda venezolana desató una fiesta total entre saltos, coros y pasos de baile que no paraban.

Pero el clímax aún estaba por llegar. Hacia la medianoche, apareció Astropical, el nuevo supergrupo integrado por miembros de Bomba Estéreo y Rawayana, que debutó en suelo salvadoreño con una propuesta mística, vibrante y cargada de energía, astrología y ritmos tropicales. Su actuación fue una experiencia sensorial que unió música, espiritualidad y baile en una sola frecuencia: la de la celebración.

Y cuando creíamos que no podía haber más, llegó la cereza en el pastel: Motherflowers, el trío venezolano que se ha robado miradas en toda Latinoamérica con su estilo retrofuturismopsicotropical, tomó el escenario a eso de las 2:00 a.m. Su fusión única de pop, reggae, R&B, house y rock cerró el festival con una explosión sonora y visual que incluyó pirotecnia y ovaciones inagotables.

El Festival Latido no fue solo un evento, fue un manifiesto: en El Salvador también se viven espectáculos de primer nivel, con producción de calidad y propuestas que se atreven a romper moldes. La productora La Nueva Latam dejó claro que sabe cómo montar una fiesta inolvidable y ya se prepara para lo que viene en 2025.

En Qué Pasa SV, estaremos listos para seguir latiendo con cada nuevo evento. Porque la cultura vive, se mueve y suena y San Salvador está más despierta que nunca.