En medio de señalamientos de ilegitimidad y con una participación de apenas el 42,63%, el oficialismo venezolano se impuso de manera abrumadora en las elecciones regionales, parlamentarias y de Consejos Legislativos celebradas este domingo, según datos ofrecidos por el Consejo Nacional Electoral (CNE), un organismo controlado por el gobierno de Nicolás Maduro.
El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) consolidó su hegemonía territorial al obtener la victoria en 23 de los 24 estados del país, recuperando Barinas —estado natal del fallecido presidente Hugo Chávez—, Zulia y Nueva Esparta. Solo Cojedes quedó en manos de la oposición, con la reelección del gobernador Alberto Galíndez.
Además, por primera vez se realizaron comicios en la Guayana Esequiba, el territorio en disputa con Guyana, que el Gobierno venezolano declara como su estado número 24, aunque sus habitantes no participaron en la jornada electoral. Esta medida fue duramente criticada a nivel internacional. El Departamento de Estado de EE. UU. calificó el proceso como una «farsa electoral» y rechazó los intentos del gobierno de Maduro de socavar la integridad territorial de Guyana.
El oficialismo también obtuvo 40 de los 50 escaños nacionales para la Asamblea Nacional. Entre los electos destaca el actual presidente del Legislativo, Jorge Rodríguez, mientras que el opositor Henrique Capriles, quien promovió la participación como un “voto de protesta”, también logró un escaño.
División opositora y centros vacíos
La elección estuvo marcada por una profunda división en la oposición. Un amplio sector agrupado en la Plataforma Unitaria Democrática llamó a la abstención, denunciando falta de garantías y condiciones democráticas mínimas. La líder opositora María Corina Machado, inhabilitada para participar en comicios, afirmó que “más del 85% de los venezolanos desobedeció” y calificó el proceso como “una nueva derrota para el régimen criminal de Maduro”.
Desde la clandestinidad, Machado instó a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a facilitar una transición ordenada, mientras que Edmundo González Urrutia —considerado por la oposición como el verdadero ganador de las elecciones presidenciales del 28 de julio— afirmó desde el exilio en España que “la baja participación es una declaración silenciosa, pero contundente, de que el deseo de cambio sigue intacto”.
Durante la jornada, en redes sociales circularon imágenes de centros de votación vacíos, especialmente en zonas urbanas, lo que contrastó con la movilización registrada en las presidenciales recientes.
Celebración oficialista
En un acto de celebración en Caracas, el presidente Nicolás Maduro calificó la victoria como una “demostración de paz y estabilidad”, asegurando que las elecciones se desarrollaron sin incidentes. “Logramos neutralizar el plan de violencia y las elecciones han sido tranquilas”, afirmó, aunque no presentó pruebas sobre el presunto complot.
Los resultados electorales, según el CNE, tienen carácter “irreversible” y fueron computados con base en el 93,01% de las mesas escrutadas, que suman más de 27.000 en todo el país. Aunque el cierre de votación estaba previsto para las 6:00 p.m., fue extendido sin una hora final oficial, lo que generó dudas sobre la transparencia del proceso.
La jornada electoral del 2025, celebrada bajo tensiones políticas, abstención opositora y escasa participación ciudadana, refuerza el control del chavismo sobre las instituciones venezolanas, al tiempo que incrementa las denuncias de autoritarismo por parte de sectores nacionales e internacionales.