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Día Mundial del Jazz ¿Por qué se celebra este 30 de abril?

Sí la música es el lenguaje universal, el jazz es su poesía. Han pasado ya más de cien años desde la grabación del “Livery Stable Blues”, o el “blues del establo”, de la agrupación Original Dixieland ‘Jass’ Band, tema considerado el primero del género en haber sido grabado. Y, desde ese entonces, la potencia, la furia y el ansia comunicativa del género popular más reflexivo y libre de cuantos han existido, son elementos que no ceden un ápice.

Día Mundial del Jazz: ¿Por qué se celebra este 30 de abril?

Hoy 30 de abril se conmemora, por decimotercera vez, el Día Internacional del Jazz, una fecha instituida en 2011 para recordar la importancia del género en la evolución de la música del último siglo y medio, por cuenta de la natural fascinación estética, de su potencial como herramienta en la educación musical (y no musical) de millares de jóvenes alrededor del mundo, y de su condición de transversalidad en la creación sonora desde que el hombre es hombre y desde que sus más elocuentes recursos (la síncopa, la improvisación, la comunicación sin palabras entre intérpretes) fueran asuntos patentes en la música antes de siquiera existir la palabra jazz.

Tras su nacimiento en la zona de tolerancia de Storyville en Nueva Orleans hasta su llegada vía río Misisipi a Chicago y de ahí a Nueva York y al mundo, hace tiempos ya que el jazz dejó de limitarse a ser un género musical para convertirse en una manera de asumir la interpretación, en un compendio de prácticas que pueden perfectamente permear a los sonidos clásicos y populares por igual, demostrando su pertinencia y su preeminencia.

Día Mundial del Jazz: ¿Por qué se celebra este 30 de abril?

Los grandes nombres del género, dentro de los que se encuentras los siempre eternos Louis Armstrong, Charlie Parker, Duke Ellington, Ella Fitzgerald, Thelonious Monk, Bill Evans, Miles Davis, Dizzy Gillespie, Charles Mingus, Sarah Vaughan, Art Tatum, Coleman Hawkins, Chet Baker, Lester Young, Billie Holiday y Chick Corea, nuevas generaciones se van acercando a las lecciones de esos maestros de siempre para emularlas o para alejarse de ellas en aras de nuevos procedimientos y lenguajes.

La cadena misma de evolución del jazz es la muestra de cómo una escuela nace en confrontación de la inmediatamente anterior. Ello explica el contraste entre el swing bailable de los 30, fomentado por orquestas de músicos blancos, frente al be bop de los 40, hecho para el disfrute del oído por sus contrarios, en su gran mayoría ejecutantes afroamericanos. También aclara el universo sonoro que separa al tranquilo cool jazz del inquietante free jazz. O a la vanguardia del neoclasicismo.