Cientos de salvadoreños se reunieron en el distrito de Tonacatepeque para celebrar el tradicional Festival de la Calabiuza, donde personajes de la mitología local y figuras de la muerte cobraron vida en una noche llena de emociones y escalofríos. La lluvia no impidió que «carretas chillonas» cargadas de calaveras y antorchas avanzaran desde el cementerio hasta la plaza central, ubicada a unos 25 kilómetros de San Salvador.
El recorrido contó con la presencia de la «Llorona», el «gritón de la medianoche» y las «Almas en pena», quienes, entre gritos y danzas, sorprendieron tanto a locales como a visitantes. Las travesuras de figuras como la Siguanaba, el Cipitío y el Padre sin Cabeza mantuvieron a los asistentes en suspenso y se robaron la atención de todos.
Para José Díaz, un participante de 26 años y habitante de una comunidad rural de Tonacatepeque, asistir por primera vez al festival fue una experiencia «única». Para él, lo más importante es «mantener viva» esta tradición que ha pasado de generación en generación.
El Festival de la Calabiuza, que se celebra cada 1 de noviembre en honor al Día de Todos los Santos, ofrece una alternativa a la festividad de Halloween y busca preservar las costumbres salvadoreñas. «Lo único que incomoda es la lluvia, pero siempre se disfruta; esto representa el camino de las almas en el Día de los Muertos», comentó Saúl Godoy, de 39 años.
En el parque central, los asistentes fueron agasajados con ayote en miel, mientras coreaban: «Ángeles somos, del cielo venimos pidiendo ayote para todo el camino, mino, mino». La festividad culminó en la madrugada del sábado sin incidentes, dejando a los asistentes con recuerdos inolvidables de esta celebración llena de misticismo y cultura.






