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CDU/CSU gana las elecciones en Alemania, pero debe negociar una coalición para gobernar

Tal como indicaban las encuestas, los conservadores de la Unión Demócrata Cristiana de Alemania y la Unión Social Cristiana de Baviera (CDU/CSU) se impusieron en las elecciones federales alemanas con el 28,5% de los votos. La alta participación ciudadana, que alcanzó el 82,5%, refleja el impacto de un proceso electoral marcado por la incertidumbre política y la reconfiguración de fuerzas en el Bundestag.

Con este resultado, Friedrich Merz, líder de la CDU/CSU, se perfila como el próximo canciller de Alemania. Sin embargo, la falta de una mayoría parlamentaria obliga a su partido a negociar una coalición para conformar gobierno. Merz ha descartado de inmediato cualquier alianza con Alternativa para Alemania (AfD), el partido de extrema derecha que logró un sorprendente 20,8% de los votos, consolidándose como la segunda fuerza política del país.

El gran derrotado de la jornada ha sido el Partido Socialdemócrata (SPD), que apenas alcanzó el 16,4% de los votos, su peor desempeño en la historia de la República Federal Alemana. La caída de más de nueve puntos en comparación con la elección de 2021 evidencia el desgaste de la coalición de gobierno saliente, conformada por el SPD, el Partido Democrático Libre (FDP) y Los Verdes.

La posibilidad de una «gran coalición» entre la CDU/CSU y el SPD es una de las opciones más viables, aunque marcada por diferencias ideológicas y políticas. El nuevo gobierno enfrentará grandes desafíos, entre ellos la crisis económica alemana derivada del alza en los costos energéticos tras la interrupción del suministro de gas ruso. Además, la incertidumbre sobre el futuro de la OTAN y las tensiones geopolíticas en Ucrania podrían condicionar la agenda política alemana en los próximos años.

Por otro lado, el ascenso de AfD ha generado preocupación en los sectores democráticos, ya que el partido ultraderechista ha impulsado discursos antiinmigración y ha sido vinculado a posturas antidemocráticas. A pesar de su crecimiento, el rechazo de los partidos tradicionales a pactar con AfD impide que pueda formar parte del gobierno.

En un panorama político fragmentado, el resurgimiento de Die Linke, con un 8,7% de los votos, también ha sido una sorpresa. El partido de izquierda, que había quedado al borde de la desaparición tras la salida de su líder Sahra Wagenknecht, logró reconectarse con el electorado joven y urbano, consolidándose como una fuerza emergente.

Con la necesidad de pactos y negociaciones, Alemania entra en una nueva fase política en la que Merz deberá demostrar su capacidad de liderazgo para consolidar un gobierno estable. Las próximas semanas serán cruciales para definir el rumbo del país en un contexto internacional convulso.