El Real Madrid escuchó durante semanas que el balón parado sería clave en la eliminatoria, y en el Emirates lo comprobó con crudeza. Declan Rice, con los dos primeros goles de falta directa en toda su carrera, y Mikel Merino, con un misil imparable, firmaron una noche mágica para el Arsenal y pesadilla para los de Carlo Ancelotti.
Los Gunners sacaron el orgullo, la historia y la ilusión en una segunda parte de ensueño, en la que pasaron por encima del vigente campeón de Europa. Londres vivió una noche épica. Todo comenzó con un tifo gigante de Thierry Henry y terminó con el Real Madrid rendido, golpeado y con pie y medio fuera de las semifinales.
Los ingleses, sin varios de sus jugadores clave y sin títulos en los últimos cinco años, se crecieron ante un rival acostumbrado a las grandes citas. Lo hicieron con hambre, empuje y sin complejos. En cambio, el Madrid fue todo lo contrario: un equipo contemplativo, que esperó demasiado y terminó recibiendo tres goles que pudieron ser más.
La historia pudo cambiar si Kylian Mbappé hubiera vencido en el mano a mano a David Raya en el primer tiempo, pero no fue el caso. El Madrid volvió a fallar de cara al arco, como en otras ocasiones esta temporada, y esta vez lo pagó muy caro.
Ahora, los blancos necesitarán un milagro mayúsculo, quizás el más grande de todos los que han firmado en su historia reciente, para revertir la eliminatoria. Pero si algo ha demostrado este equipo es que nunca se le puede dar por muerto… ¿o esta vez sí?